La copa no está medio vacía. Siempre está llena

A veces pienso que todo comenzó con una ilusión de quietud.
Como el agua dentro de una copa… parece inmóvil, pero si te acercas lo suficiente, hay algo temblando adentro.
Lo mismo pasaba entre nosotros.

Decía que yo era demasiado independiente.
Demasiado intensa.
Demasiado todo.
Yo le decía que no necesitaba que me guiara. Que no era mi padre.
Se ofendía.
Tal vez porque necesitaba sentirse necesario para no enfrentarse a su propio vacío.

A veces creo que proyectaba en mí el miedo que tenía de sí mismo.
Decía que yo lo veía como una opción.
Pero no era cierto.
Él fue mi apuesta.
Y apostar siempre es perder algo, incluso si se gana.

Me pidió calma cuando yo solo quería verdad.
Me pidió paciencia cuando lo que tenía era tiempo que no quería seguir perdiendo.
Nunca entendió que no buscaba perfección, sino presencia.
Se esconde detrás de lo que “debe ser”.
Y mientras tanto, el amor se oxida en los bordes de lo correcto.

Yo también fui culpable de algo: de creer que el desorden podía ordenarse.
Pero el amor no sana desde el caos.
Y no se puede amar bien desde un lugar en ruinas.

La copa siempre está llena. De hecho está desbordada. Solo ven el agua. Pero yo veo que se desborda de aire.

Respiro y entiendo que la calma no siempre llega cuando se deja de sentir,
sino cuando se deja de justificar.

Deja un comentario

Soy Lucy

Bienvenido a mi sitio web, donde puedes ver en las entradas como la fotografía me inspira día a día, y en el menú de la parte superior, un portafolio para que te convenzas de mi trabajo.

Let’s connect